RECORDANDO A LA GENTE DE DOMINICANA

Hace unos años tuve la oportunidad de viajar a República Dominicana.  Permanecí 35 días con el motivo de estudiar un posible negocio que al final no se puso en marcha.  Durante el tiempo que estuve en aquel país caribeño, entablé amistad con mucha gente del país.  En concreto del pueblo de Bayaguana, donde estuve alojado y establecí mi campamento base.

Tengo que confesar que aunque sea un país con mucha pobreza, son mucho más felices que cualquiera de nosotros.

Precisamente, al tener poco, dan mucho.  Están acostumbrados a compartirlo todo y siempre tienen una sonrisa bordada en su cara.  Muchos de ellos no tienen trabajo, a duras penas un techo para vivir, o dinero en el bolsillo para la compra diaria, pero todo esto no implica que no mantengan un nivel de solidaridad, moral y bondad tan alto que da vergüenza pensar en cómo y qué nos hemos convertido en los países con menos necesidades.  Cuanto más se tiene, más se encierra uno en sí mismo, menos comparte y más egoísmo se cultiva.  En República Dominicana primero son las personas, y cuando un vecino necesita ayuda todo el mundo se vuelca para aportar lo que puede a que un semejante pase un mal momento.

En Bayaguana hice buenos amigos.  Gente que, aunque estemos lejos y no sepa si los volveré a ver, sé que están allí, que me ayudaron en su momento, y que me ayudarían si volviese a ir y a necesitar de ellos.

Bayaguana es un pueblecito en la provincia de Monteplata, en el interior de la isla.  Está rodeado de una naturaleza extraordinaria, no muy lejos del parque de Los haitises y donde se respira autenticidad.

Mientras estuve allí, realicé un vídeo para plasmar lo que estaba sintiendo y ahora he querido recordarlo y revivirlo con todos vosotros.  ¡Disfrutadlo!